El sector occidental de canaima es mucho más que visitar el Salto ángel, es conocer otras cascadas y ríos. Un lugar virgen que mantiene su esencia
Después de dormir plácidamente en hamacas bajo una noche de lluvia y relámpagos en la comunidad de Sarinpatöy, iniciamos una nueva aventura en Canaima. Al finalizar el delicioso desayuno, conformado por arepas con huevos revueltos que nos sirvieron los indígenas Kamarakotos arrancamos este famtrip. Emprendimos una travesía fluvial con el campamento Parakaupa, en una curiara hasta llegar al caño Kurun con el río Karak (Carrao). Mientras navegamos observamos una galería de bosque única e impresionante, con gran variedad de flora y fauna en la que vimos orquídeas y turpiales, para después desembarcar en el puerto Kanwada’pa y caminar 40 minutos por una selva húmeda.
Antonio Hitcher quien es el coordinador general de turismo del sector II, me contó que este camino lo abrieron hace 3 semanas y que es la primera vez que traen visitantes hasta este punto. Es un lugar virgen que aún mantiene su esencia. Hicimos una breve parada para que nuestro guía Rafael nos mostrara la técnica de tejer con manare el atrapa novia, esta es una fibra vegetal, usada para confeccionar diferentes artesanías de un gran valor cultural, lo que nos demuestra que aún los lugareños mantienen sus costumbres.
En el camino nos tocó atravesar troncos sobre el río Kurun, una actividad que se convirtió en la primera prueba. Lo más aconsejable es pasar en medias para no resbalarse, da más seguridad y nuestros guías Adamaka y Rafael nos ayudaron.
Los turistas brasileños estaban asombrados con tanta majestuosidad. Entre árboles frondosos llegamos a las confluencias del río Kurun y Kanwada’pa, un salto espectacular que nos recibió en pleno invierno casi desbordándose. Nos refrescamos un poco en sus caudalosas aguas e hicimos algunas tomas de videos y material fotográfico.
Seguimos adentrándonos aún más y enseguida apareció la cara sur-este del Kusari tepuy, en donde la grama del suelo hace contraste con el paisaje, ofreciéndonos una vista increíble. Todo el trayecto lo realizamos a pie, modo trekking, por sábanas y bosques. Mientras que atravesábamos ríos y quebradas, mis ojos veían otro atractivo diferente al habitual. Ir a Canaima en el sector occidental no solamente es ver el Salto Ángel es mucho más que eso, es conocer esas comunidades que quieren involucrarse en la actividad turística, es quedarse un día más y hacer estos paseos, es algo diferente y los nativos del lugar están sumamente preparados para guiarte. Al mediodía llegamos a los saltos Kanwada’pa y a su cascada.
Mientras el equipo indígena preparaba el almuerzo yo le dije a nuestro guía Rafael que me acompañara a meternos detrás de la cascada, que ruge con furia y nos dimos el baño de la vida. Felices nos abrazamos y le agradecí por enseñarme estos lugares tan inhóspitos. Venezuela una vez más me demostró el por qué yo sigo aquí fajada creyendo y apostando al turismo sostenible. Somos muchos los que insistimos cada día. Luego de refrescarnos y almorzar, caminamos unos 20 minutos hasta llegar a un mirador de los 7 Saltos en el río Kanwada’pa donde esa vastedad de paisaje te invade.
Es un abismo con el Kusary tepuy de frente. Una vista panorámica que te deja sin palabras, sentir plenamente la naturaleza. Me sentía privilegiada al estar en este paraíso terrenal y haber sido parte del primer grupo de turistas de esta nueva ruta.
Gracias a Domingo Castro y a la Capitán General del Sector II Kamarata Kanaimö por la invitación, por seguir e insistir apostando a un turismo sostenible, y mostrar las bellezas del sector occidental, con una excelente e impecable logística con apoyo de los operadores turísticos y la comunidad en general, seguimos haciendo país, juntos somos más.
Compartir artículo
Dejar un comentario